Villa Nazules en primera persona

¿Os acordáis del sorteo que realizamos hace unos meses en colaboración con O Hotels? Vicente, el ganador, nos ha escrito a su vuelta de un fin de semana en el estupendo Villa Nazules de Toledo. Nos cuenta su personal experiencia y nos envía también un par de fotos tomadas por él mismo en el hotel y que incluimos junto a su relato. Aquí lo tenéis: Hola a todos, mi nombre es Vicente Ignacio y soy el afortunado ganador del sorteo del pasado 23 de mayo, consistente en dos noches con alojamiento y desayuno en el hotel Hípica-Spa Villa Nazules, en Almonacid  de Toledo. Pues bien, hace unos fines de semana pude por fin disfrutar del viaje y la estancia, y me gustaría compartir ahora con vosotros mi experiencia. Día 1 El viernes 24 de septiembre, mi mujer y yo llegamos al hotel sobre las 17:30 horas. El día estaba despejado así que, tras dejar atrás el pequeño pueblo de Chueca y coger la carretera hacia Almonacid de Toledo, pronto vimos en el horizonte una zona construida que destacaba sobre el resto del paisaje. Lo que al principio parecían unos hangares, al acercarnos y ver a los caballos pudimos comprobar que eran cuadras y lugares destinados a la doma de los animales. Nada más pasar un cambio de rasante, a nuestra izquierda, dos grandes columnas nos indicaban el camino que habíamos de tomar para entrar en el complejo. El paisaje cambió y ahora nos veíamos escoltados por varios árboles que flanqueaban el camino hasta llegar a la entrada del hotel, de aspecto moderno y acogedor. En la recepción fuimos recibidos por Carmina, la amable y simpática recepcionista que nos dio la bienvenida en un tono cordial y familiar. Inmediatamente, José Hernández, director del hotel y del club hípico San José, también vino a recibirnos y desearnos una agradable estancia en el establecimiento, comunicándonos que habían decidido alojarnos en una habitación superior a la que en un principio teníamos asignada. Esta deferencia, junto a la grata bienvenida, nos dio una buenísima impresión del lugar. Otro detalle que me agradó bastante fue que nos pidieran a mi mujer y a mí los DNI y nos hicieran firmar a cada uno la “ficha de policía”. Esta circunstancia que puede parecer trivial es un gesto muy importante relacionado con la seguridad pero que, desgraciadamente y a pesar de ser algo obligatorio, en pocos establecimientos llevan a cabo de manera estricta. Por cierto -y esto es deformación profesional-, el resto de dispositivos, elementos y señalización de seguridad que pude observar estaban correctamente colocados y fácilmente identificables. Tras el recibimiento nos encaminamos a nuestra habitación, situada en la primera planta, recorriendo un pasillo con unos ventanales que permitían ver la zona ajardinada del hotel donde se encuentra también la piscina. Todo está muy limpio y cuidado y se respira paz por todo el establecimiento. La habitación era bastante amplia, con una decoración que combinaba elementos modernos y clásicos y una cama “king size” muy cómoda desde la que se podía ver la televisión con pantalla plana que colgaba de la pared. El aseo, con una ubicación muy original, tenía baño y ducha independiente, con los amenities necesarios así como albornoces y zapatillas para ambos. La habitación también contaba con una gran terraza que daba a un monte de olivos donde reinaba la tranquilidad y el silencio. Después de acomodarnos, Carmina nos invitó a tomar una copa de bienvenida en la cafetería. El resto del día estuvimos visitando los alrededores de la zona. Día 2 El sábado 25 nos dirigimos a visitar Toledo, que está a unos 15 Km. del hotel, no sin antes disfrutar del desayuno buffet. La verdad es que era de lo más completo y delicioso, combinando embutidos fríos y calientes, huevos cocinados al momento, frutas preparadas, bollería, pastelería, yogures, zumos, batidos, etc. En fin, todo lo que uno puede desear en un desayuno, servido por los camareros Simó y Judith, buenos conocedores de su oficio. Antes de abandonar el complejo visitamos el club hípico San José y presenciamos una competición de doma de caballos llena de espectacularidad y belleza. A nuestro regreso de Toledo habíamos reservado hora para realizar un circuito termal en el spa. Nos esperaba un baño en la piscina termal, otro en la de vitalidad, un paseo gran relax sobre piedras redondas, una sauna finlandesa, un baño turco, una ducha escocesa y una ducha de esencias. Para finalizar, tomamos un zumo en el área de relajación sobre camas calefactadas. A la entrada nos recibió Vicen y solo puedo decir que al final del circuito daban ganas de no abandonar nunca ese lugar: tumbados en las camas calefactadas frente a un ventanal que nos permitía observar cómo el sol iba desapareciendo y nos quedábamos casi únicamente iluminados por las velas que decoraban la estancia… Pero el día no había acabado, aún nos quedaba otro “plato fuerte”,  ya que también habíamos reservado mesa en el restaurante para cenar. Habíamos elegido un “pack” que reunía el mencionado circuito termal y la cena. De nuevo, la pulcritud en el servicio, la acogedora decoración, la original vajilla y el agradable ambiente que se respiraba nos dieron de nuevo una grata sensación. Pero lo mejor estaba por venir. Al contrario de lo que uno puede esperar en un lugar situado en el campo, aquí la cocina es muy elaborada, con unos contrastes de sabores que sorprenden muy gratamente, combinando calidad y cantidad. Tras un exquisito aperitivo, creo recordar que un paté preparado con una vinagreta, tomamos como primeros platos unas verduras con queso gratinado y  jamón de pato, y un salmón marinado con mezclum de lechugas y guacamole; ambos deliciosos. De segundo pedimos un lomo de cebón con crema de guisantes y chalotas, confitadas en zumo de naranja, y unas carrilleras con crema, tomillo y patata a la vainilla que nos confirmaron la categoría de la cocina. Como postre, siguiendo la acertada recomendación de Simó, degustamos un coulant de chocolate amargo sobre compota de frutas silvestres y crujiente de leche, así como una sopa de chocolate blanco con cilindro de frutas y helado de té verde… Al día siguiente, tras disfrutar de un nuevo desayuno y saludar a José Hernández, director del hotel, abandonamos el lugar con cierta nostalgia pero con la idea de volver pronto. Se lo recomiendo a todo aquel que busque tranquilidad en un ambiente selecto, acogedor y agradable. ¡Gracias LX*!

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